1. ¿En dónde está nuestro amor propio?

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¿Por qué no te amas?
Porque no te conoces

Tu amor propio está dentro de ti. En alguna de las habitaciones de la gran mansión que llamas “yo” se encuentra oculto tu Verdadero Ser, tu Niña Interior, y de su mano todo tu Amor. Recuperarlos es cuestión de encontrar. No cambiar, ni mejorar, ni transformarte, ni convertirte en nada que no seas ya, sino empezar a recorrer los pasillos de esa gran mansión, entrar en sus habitaciones y observar. Conocerte. Re-conocerte.

Hasta que un día, en ese andar por ti, encuentres la habitación 
en la que ha estado oculta tu Niña, tu Verdad, y la saques del encierro para poder recuperar tu seguridad, tu confianza, tu felicidad y, en últimas, TU vida.

¿Por qué está escondida tu niña interior?

El día en que nacimos la Vida le entregó 
al mundo un ser hermoso y perfecto. Teníamos todo lo que necesitabamos para aportar nuestra parte en la tarea de convertir este mundo en un mundo mejor: veníamos llenos de virtudes y con un currículo de experiencias y aprendizajes hecho a la medida, que nos convertiría en la persona que necesitábamos ser para ponernos al servicio de esa misión. 

Todo era perfecto, hasta que…  

Por algún motivo que aún no termino de comprender nuestros padres no fueron informados de tan 
importante misión y de que todo lo que venía con nosotros era perfecto y necesario para cumplirla. Eso incluía, claro, las características que a ellos no les gustaban tanto.

Ajenos a esta realidad, nuestros padres tenían ya preestablecida una
lista de aspectos que consideraban cualidades y otra que rechazarían como defectosCon base en esas listas fuimos sometidos a un estricto proceso de selección en el que las partes de nosotros que encajaban con la lista de “cualidades” se podían quedar pero las que coincidían con la lista de “defectos” se tenían que ir.

En ese proceso sólo quedó de nosotros lo que ellos y la cultura en la que vivían consideraban 
bueno”, mientras que lo supuestamente “malo” tuvo que desaparecer (o esconderse). No siendo esto suficiente, nos alentaron a ponernos encima un montón de «cualidades» que no traíamos de fábrica pero que «debíamos» cumplir para terminar de armar el personaje «bueno» del que ellos tenían una imagen bien clara en su cabeza. 

El 
Juicio Inicial,  lo llamo yo.

Así, si nuestras grandes 
dosis de determinación, extroversión y osadía, necesarias para cumplir nuestra misión de romper esquemas y cambiar el mundo, eran vistas por nuestro padres como defectos, las llamarían «obstinación», «indisciplina» o «imprudencia» y nuestras bellas virtudes serían entonces reprimidas. Se nos animaría insistentemente, a las buenas o a las malas, a erradicarlas y reemplazarlas por virtudes “de verdad” como la modestia, la nobleza y la obediencia. 

Nosotros, necesitados 
completamente del amor y la aprobación de nuestros padres, guardaríamos nuestras virtudes donde no causaran más disgustos y adoptaríamos las virtudes postizas que ellos nos pedían lucir.  

Pero esas partes de 
nosotros que fueron rechazadas son lo que somos en realidad, nuestra Verdad, nuestra Esencia, mientras todo eso que nos tuvimos que poner encima para agradar y que no tiene nada que ver con lo que somos en realidad es la mentira que estamos sosteniendo, nuestro Ego.

Nacimos siendo unos y terminamos siendo otros… Creamos a 
nuestro alrededor unas máscaras que llamamos «Yo» pero que nada tienen que ver con lo que realmente somos. Eso que vemos en el espejo no somos nosotros y una parte nuestra lo sabe muy bien… y lo reclama. 

Ι  El teatro de ocultar lo que somos y pretender lo que no somos es desgastante pero, sobre todo, doloroso. Por eso no nos gustamos, porque esa que vemos en el espejo no es la persona que somos en realidad sino el Yo falso que construimos para gustarle a los demás Ι

Entonces ahora, ante el desazón y la molesta falta de Amor Propio, nos esforzamos por «mejorar», tener más, ganar más y lograr más pero nuestra insatisfacción crece y no sabemos por qué. Es porque el que nos impulsa a actuar es nuestro Ego, porque vivimos desde esa gran mentira que aún sostenemos y por lo tanto quien finalmente mejora, embellece y enriquece con nuestros esfuerzos es nuestro Ego.

Cada cosa que hagamos 
desde el lugar en el que nos encontramos en este momento fortalecerá lo que NO somos y nos alejará aún más de nuestra Verdad.

Hasta que no rescatemos a la persona que somos en realidad, nuestros intentos serán todos para nuestro Ego.

Es por esto que el
próximo paso tiene que ser encontrarnos.

Ya está bien de farsas. Ya no somos unos
niños dependientes del amor y la aceptación de nuestros papás. Es seguro e imperioso salir de donde estamos metidos y empezar a vivir, esta vez sí, nuestra propia vida.

El momento es ahora. 

Con amor, 

Laura