3. Tu camino de regreso

Este contenido hace parte del curso gratuito «Tu camino de regreso -Cómo volver a ti-» .
Accede al curso en formato de audio registrándote aquí

 

Conocernos es el único camino para encontrar nuestra Verdad. Entrar en la gran mansión que somos y observarla, sin juzgar. Y para llevar a cabo esta tarea la Vida, que nos quiere tanto, se ha convertido en un despliegue constante de oportunidades para vernos a nosotros mismos: cada experiencia que vivimos, cada persona que conocemos, cada acontecimiento, es el reflejo de alguna parte nuestra que quiere ser vista y una ocasión invaluable para avanzar hacia nuestra Verdad.

Todo esto, claro,
si prestamos atención.

La receta del autoconocimiento tiene sólo dos ingredientes: presencia y coraje. 

El primero -la presencia- viene de la mano de la autoobservación y consiste en acostumbrar a nuestra mente a que ponga su atención en nosotros cada día más y por más tiempo. Se trata de desarrollar nuestra capacidad de estar en nosotros y en el momento presente atentos a lo que pasa por nuestra mente, cuerpo y emociones.

No tienes que esperar al retiro de final de año ni a la clase de yoga del fin de semana. Cualquier momento es válido para estar en ti. Ahora mismo detente un momento y observa: ¿Cómo te sientes? ¿Qué emociones hay en ti? ¿Qué sensación hay en tu cuello, en tu cara, en tu panza? ¿Cómo tienes ubicados tus pies? ¿Cómo estás respirando? No trates de cambiar nada ni de adecuarte (otra vez) a como «deberías» respirar/estar/sentirte… Sólo obsérvate.

Yo sé que a tu mente le parecerá al principio que estarás perdiendo el tiempo y que responderte esas preguntas no te llevará jamás a donde quieres llegar pero, créeme, a mi y a las miles de personas que lo han comprobado, el autoconocimiento y la transformación pasan necesariamente por estar presente en ti y por conocer lo que sucede en ti hoy.  Así que dile a tu mente que se quede tranquila que sólo serán dos minutos y empieza a hacerlo desde ya. 

Una vez puesta la atención en ti llega el turno del segundo ingrediente: 
el Coraje

|  Conocernos requiere enooooormes cantidades de coraje. No nos vamos a mirar en el espejo para repetirnos lo linda que nos quedó la máscara ni para seguir justificando lo que aún podemos justificar. Lo que haremos será entrar profundo; abrir las puertas que han estado cerradas por años y observar lo que guardan; ponernos cara a cara con nuestra sombra y con las partes que hemos querido ocultar toda nuestra vida.|

No es fácil darnos cuenta de que nos hemos estado engañando. No es fácil ver cara a cara las mentiras que nos hemos estado contando y creyendo toda la vida y lo que hemos estado ocultando con tanto esmero. Aquí es donde la teoría empieza a ayudarnos y donde deberás recordar que esas partes que ocultaste y a las que temes tanto las marcaste con la etiqueta «PELIGRO» porque eran simplemente las que no gustaban a tus papás y que las otras las marcaste como «PREFERIR SIEMPRE» simplemente porque les gustaban a ellos. Claro, para la niña que fuiste no eran «simplemente» eso porque el agrado de tus padres era fundamental para sobrevivir. Pero para ti, con la edad que tienes hoy, son simplemente cosas que agradaban o no agradaban a otras personas.  

Sin embargo, la emoción con la que las marcaste hace 30 o 40 años sigue intacta en tu cuerpo. La química que se generó sigue siendo la misma y esas cosas que ocultaste aún se sienten como monstruos enormes que te pueden matar. Así se sienten, pero no lo son… es un espejismo, una ilusión. 


Así que, por favor, quédate mirándolas y da el paso. No huyas ante el miedo que vas a sentir porque es simplemente la estela del recuerdo. No importa lo que creas que vas a encontrar: no te va a hacer daño. N
ada, absolutamente nada de lo que vas a encontrar en tu proceso de autoconocimiento puede hacerte más daño que el que te está haciendo vivir tan lejos de ti misma 

No hay escapatoria, ni atajos ni recovecos hacia nuestra Verdad y a nuestro Amor que no pasen por nuestra sombra y nuestra oscuridad justamente porque lo que se requiere es que la iluminemos con la luz de nuestra mirada. 

En esos momentos de miedo piensa en mí, toma mi palabra como garantía y salvoconducto, agarra mi mano, apriétala fuerte, respira profundo y continúa. Haz lo que sea necesario pero, por
favor, por favor, por favor,

recorre completo el camino de regreso a ti.

Con cariño,

 

Laura